16/1/16

Hedysarum gyrans

Basta con que nos rindamos cuentas de la sensación que nos embarga cuando la famosa mimosa dobla por pares sus hojas aplumadas para plegar finalmente su diminuto tallo como en una articulación. Esta sensación a la que no quiero dar nombre se acentúa aún más durante la contemplación del hedysarum gyrans, que, sin aparente motivación externa, sube y baja sus hojitas y parece jugar consigo misma como lo hace con nuestros conceptos. Imaginémonos un plátano al que también se hubiera concedido este don, de modo que subiera y bajara alternativamente y por sus propios medios sus descomunales hojas de palma: cualquiera que lo viera por primera vez retrocedería aterrorizado. Está tan arraigada en nosotros la idea de nuestras propias ventajas frente a los demás seres, que nos negamos en redondo a conceder al mundo exterior siquiera una parte de ellas. Es más, si fuera posible, las desmereceríamos de buen grado incluso en nuestros propios semejantes. 

J. W. v. Goethe, Poesía y verdad, Libro XVI.